5. Ante el miedo y el dolor

Hoy, un colega argentino compartía el siguiente texto en Facebook:
Sumarme ha sido tan fácil como hacer un cortar y pegar, y lo cierto es que la reacción de la gente ha sido muy amorosa. Recuerdo que cuando los hechos del 1 de octubre de 2017 aquí en Catalunya también me ofrecí, como hicieron otros colegas, para hacer una primera atención psicológica a aquellos que se vieron envueltos en hechos violentos, que fueron muchos. Y sí, la gente lo valora mucho cuando ve que ofreces tu trabajo de manera desinteresada, en seguida llegan los “Me Gusta” y los “Me Encanta”, y los comentarios elogiosos. Sin embargo, nadie pide ayuda.
Bueno, ya veremos, porque esto justo está empezando: hoy mismo han anunciado que el estado de emergencia en España continuará como mínimo hasta el 12 de abril, y eso significa como mínimo 3 semanas más. Y ya hay más multas por saltarse el confinamiento que contagiados oficiales por el coronavirus.
Por lo que veo en las redes sociales, la cosa está bastante polarizada. Por una parte los que aplauden las multas y demás medidas punitivas al que se relaje un pelo con el confinamiento; por otro lado, los que lo ven como una expresión autoritaria del estado. De fondo, creo yo, dos maneras de afrontar el miedo, porque incluso los que no formamos parte de la población de riesgo, no podemos estar seguros de que no nos tocará a nosotros. Y si no, está el miedo por nuestros mayores, por nuestro empleo, por nuestro bienestar futuro…
A estas alturas, las estadísticas reflejan 14000 muertos en todo el mundo. Por aquí, con más de 1700 en el estado español, empieza a ser aquel punto en que el que no conoce a alguien que ha muerto, conoce a alguien que conoce a alguien que ha muerto. Y dicen que lo peor está por venir.
Quiero decir que no es sólo el miedo, sino que se van abriendo procesos de duelo que deberán ser atendidos. Quizá conozcáis a alguien que pierda algún ser querido durante la pandemia, y lo que está ocurriendo es que la gente muere sola, que los familiares no están pudiendo acompañar al moribundo. Eso no es una desgracia sólo para el que muere, sino que dificulta la posibilidad de realizar el proceso de duelo adecuadamente.
Bueno, supongo que lo que os quiero decir, así con este discurso deslavazado, es que tanto el miedo como el dolor necesitan ser atendidos, que no vale la pena hacerse el fuerte, que lo que está pasando es, seguramente, lo más fuerte que nos pasará a nivel colectivo, que se trata de un acontecimiento de esos que, como las guerras, tienen una incidencia en la vida de todos, y que nos tenemos que cuidar. Ante el miedo y el dolor, la medicina siempre es el amor, y aunque estemos confinados es importante no estar solos. Compartamos lo que nos pasa, busquemos ayuda y ofrezcámonos a los otros. Por suerte, la tecnología nos ayuda.
Entrevista
Recomiendo en sobre manera leer esta entrevista con Francis Weller que traducí algún tiempo atrás, imprescindible en estos tiempos de dolor.